Capitulo 1: Lunargenta.
Era un día soleado y alegre, yo me dirigía hacia mi casa, al este de la ciudad, para comer alguna cosa, y descansar, ya que llevaba todo el día trabajando en el bosque. Cuando llegué, mi hermana Aldara, estaba cocinando algo que olía muy bien, pescado con setas, si no me equivocaba. Cuando me vio por la puerta, sonrió y se hecho a mis brazos.
-¡Ni que llevará todo un año sin pasar por casa, hermana! – Dije sonriéndole.
-Se me hace eterno estar aquí todo el día sola, necesito salir a explorar mundo... –Me dijo mirando hacia el suelo.
-Sabes que las cosas no están bien en la ciudad, Aldara, debemos salir lo menos posible de casa –Le dije, poniéndome serio.
-¡Pero es que me aburro! –Me dijo, pataleando.
Estaba demasiado cansado para seguir hablando, fui directo hacia mi dormitorio, y caí redondo al suelo, durmiéndome poco segundos.
Al poco rato, vino mi hermana a despertarme, ya era la hora de cenar.
Capitulo 2: Cambio de planes.
Me levanté temprano, a eso de las siete de la mañana, me vestí, como cualquier día, y hice la mochila para irme a trabajar, y cuando salí al salón, mi hermana estaba sentada en el sillón, vestida y desayunando.
-No te he querido despertar, es pronto aun, y tenias cara de cansado anoche –Me dijo mientras se acababa la leche.
-No importa –Dije sin preocupaciones –¿Pero que haces levantada a estas horas?
-No tenia sueño... –Me dijo, mientras recogía el vaso.
Me bebí la leche y salí a la calle, el día estaba nublado, a diferencia del de ayer, y había mucha más gente que cualquier otro día normal. Los niños saltaban de alegría, los padres tenían sonrisas amplias y todo el mundo era feliz. Pero no estaba todo el pueblo en la calle, algunos preferían quedarse en la ciudad, cosa que yo no entendía, de momento.
Mi hermana salió detrás de mí, mirando a toda la gente que había en la calle.
Entonces sonó la señal, un soldado del ejercito, ataviado con una armadura elegante y una arma afilada y brillante, había hecho sonar la trompeta.
La gente corrió hacia el hombre, asustada. El hombre, serio y alto, pronuncio unas palabras que no me gustaron nada.
¡Lord Arthas ataca la ciudad hermanos! ¡Corred, subid a los barcos y salvad vuestra vida! –Dijo el soldado, gritando.
Entonces, dos guerreros más empezaron a separarnos, y yo, sin mis armas a mano, era inútil que intentara hacer algo.
A mi hermana la subieron en un barco nuevo, grande y elegante, mientras que a los hombres nos metieron en uno pequeño para la gente que íbamos, era viejo y horrible.
Nos metieron en habitaciones llenas de moho, y ratas.
Me asomé por la ventana, y, sabiendo que sería la ultima vez que vería y hablaría a mi hermana, le grité:
-¡Selama ashal'anore! -Con los brazos en alto, lo repetí un par de veces.
La gente empezó a gritar conmigo, mientras nos metían en barcos diferentes, mientras nos separaban.
El viaje fue bastante largo, y con alguno que otro movimiento brusco por parte del capitán del barco.
De pronto, el barco hecho ancla.
Me asomé rápidamente por la ventana, estábamos en una ciudad de humanos, de paredes blancas y soldados por todas partes.
En una señal ponía claramente, Theramore, ciudad de humanos.
Capitulo 3: Ladrón.
Bajé del barco, observando la ciudad por donde iba.
Nos dejaron en la plaza, a mí y a unos cuantos elfos más.
Fui corriendo hacia el barco, y pregunté a un soldado cual era el barco que iba hacia Ventormenta. Me señaló un barco cercano, anclado y vacío. Cerca de él había un letrero, con un papel mal enganchado y arrugado.
Ventormenta, todos los sábados a las seis de la tarde.
Precio del billete: 2 oros, 50 platas.
Me alejé del cartel, pensando en un error grave que había cometido. ¡Me había dejado el dinero en nuestra antigua casa!
Estaba perdido, ¿como sobreviviría en una ciudad que no conocía sin dinero?
A sus 55 años de edad, había vivido bastantes problemas, pero no como el que se le planteaba en esos instantes.
Solamente me vi obligado a tomar una decisión: Debería trabajar como ladrón.
Al entrenarme como un pícaro, mi habilidad de ladrón estaba bastante mejorada, y mi sigilo era bastante bueno, para la edad que tenía.
Cada noche, me metía en tabernas y casas, y conseguía robar entre unos 15 y 20 bronces, cosa que era poco comparado con el dinero del billete. También me vi obligado a dormir en la calle, en callejones oscuros, con los ojos entreabiertos, por miedo a que mi oficio se pusiera contra mí.
Tras 1 año viviendo en Theramore, el problema del dinero había desaparecido, tenía bastante dinero como para comprar 5 billetes, pero la duda era, ¿quería volver a ver a mi hermana?
Podría estropear su fabulosa vida en la capital de la Alianza, yendo yo, y haciendo de hermano mayor, ¿querría ella que fuera? La idea de que la respuesta fuera negativa me daba muchísimo miedo.
Volvía de vuelta a la taberna, donde alquilaba cada noche una habitación donde descansar, pero antes, haría una parada en el herrero, donde tenía que ir a buscar mis nuevas dagas.
Cuando entré en la herrería, habían dos hombres hablando:
-¿Has escuchado los rumores de Ventormenta? –Dijo el más cercano a mí.
-Si, es espantoso, era solo una cría –Dijo el otro, poniendo cara de pena.
-Alguna razón tendrían para hacerlo –Dijo de nuevo.
-Si, pero eso es una cosa que nunca sabremos –Dijo el otro, desanimado por la idea.
-Bueno, esta tal Aldara era una elfa, no se puede esperar nada de ellos, son odiados en casi todos sitios, aunque no lo parezca –Dijo el primero, susurrando más que hablando.
El otro fue a abrir la boca para responderle, pero se giró y me vio a mi, ahí plantado, escuchando como hablaban mal de mi hermana. Nada más verme, recogieron sus cosas y se fueron a paso ligero.
No podía estar pasando, esto no podía ser así. Mi hermana pequeña, Aldara, muerta. ¿Pero quien la había asesinado?
¿Por qué? Tenía que ir a averiguarlo, recogí mis dagas y fui derecho hacia el barco, precisamente era sábado y... ¡el barco iba a zarpar en segundos, si no lo había hecho ya! Corrí muy veloz, con la cabeza llena de pensamientos sobre mi hermana.
El barco estaba zarpando, aceleré la marcha, y salté al barco.
Poco después llegué a Los Humedales, donde salí corriendo hacia Forjaz, ciudad de los enanos, allí, fascinado por la tecnología de los gnomos y las armaduras de los enanos, cogí el metro, hasta llegar al Barrio de los Enanos de Ventormenta.
Capitulo 4: Ventormenta.
Fui directo a la taberna, donde creía que encontraría respuestas. Al entrar, lo primero que vi fueron un encapuchado y un hombre armado hasta los dientes, con una armadura brillante y coloreada, con un bigote bien cortado, y un casco elegante.
Hablaban muy bajo, casi sin hablar, sin mirarse uno al otro, como si fuera muy importante.
Utilicé mi sigilo para acercarme a ellos, oí decir al encapuchado:
-El trabajo ha sido un éxito señor, la chica ha muerto, no lo ha visto nadie –Dijo sonriéndole por su exitosa misión.
-Excelente, recibirás tu dinero mañana a primera hora, ahora vete –Dijo el caballero, con cara de satisfacción.
El encapuchado iba a decir algo, cuando se quedó mirando fijamente a mis ojos. Entonces vi como poco, hacia una señal al caballero, y desenvainaba la espada rápidamente.
Salí corriendo de la taberna, con los dos hombres detrás. Me escondí en uno de los callejones de la ciudad, escalé por un montón de basura hasta llegar a otra calle, los había perdido de vista. ¿Quiénes eran esos tipos? ¿Eran los asesinos de mi hermana? Tendría que descubrirlos por mi mismo, y si fuera necesario, tomar la justicia por mi mano.
Ahí la teneis, espero que os guste, espero criticas, tanto buenas como malas
Lun Jul 07, 2008 2:57 pm
