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 Echelor el mago de la oscuridad

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teclis10
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Fecha de inscripción : 16/07/2008

Echelor el mago de la oscuridad Empty
MensajeTema: Echelor el mago de la oscuridad   Echelor el mago de la oscuridad EmptyMiér Jul 16, 2008 7:22 pm

Mi nombre es Echelor y quiero contaros mi historia:


Hace muchos años, tenía un nombre, un nombre humano, me llamaba Rafael. Era hijo de un mago poderoso que ayudó a defender Lordaeron durante el ataque de La Legión de Fuego, los no muertos iban quemando cada casa y asesinando a todos con quienes se cruzaban. Mi casa estaba algo apartada de la calle principal y tarde bastante en ver algún no muerto, mi padre no estaba en casa y mi madre temía por su vida, pues estaba ahí fuera luchando, dando hasta la ultima gota de su sangre por su patria, Lordaeron, que en aquellos instantes era un mar de gritos entre fuego y un olor a muerto nauseabundo. Los gritos cada vez se oían mas cerca, mi madre me abrazaba con fuerza junto a la chimenea, estábamos muy asustados. Notamos que alguien se acercaba a casa por la puerta principal y nuestros peores temores nos abordaron cuando oimos un portazo en nuestra propia casa. Casi no tuvimos tiempo de asustarnos pues entraron como alma que trae el diablo, mi padre y dos guerreros con sus armaduras y espadas ensangrentadas. Recuerdo la conversación que tuvieron como si fuera ayer:

- Cariño, debéis dar las gracias a estos dos valerosos guerreros que con su sangre y su sudor estaban defendiendo esta calle, son buenos guerreros allí, por donde pasan dejan a sus enemigos amontonados en pilas. –Dijo mi padre al dirigirse a mi madre.
- ¿Qué me quieres decir con eso?.-contestó mi madre poniendo el grito en el cielo.
- Que con su ayuda debéis abandonar la ciudad cuanto antes.-respondió.
- Señora no se preocupe, nosotros le defenderemos a usted y a su hijo.- dijo uno de los soldados mientras se acercaba a mi madre.
-Vale, nos vamos.-asintió mi madre. Pero prométeme que tu vendrás mas tarde.
Mi padre no contestó, al oír un grito de alguien que estaba entrando en casa salió corriendo del salón para dirigirse en su ayuda, mi madre quiso seguirle pero los guerreros se lo impidieron, un soldado salió con mi madre por la puerta de atrás, mientras que el otro, vino a donde mi, me agarro del brazo y me saco del salón.
Caminamos varias horas, no sabia donde estaba, ni yo, ni mi madre, ni siquiera los guerreros que nos habían traído. Los guerreros nos ayudaron a instalarnos cerca de un río, construimos una cabaña, y sin mas demora, marcharon de vuelta a Lordaeron. “Es nuestro deber” decían. Mi madre supo contestarles, cuando ya nos daban la espalda…
- ¡¡Esperad!!-grito mi madre.
- ¿Si, señora?- contestaron al unísono.
- Quería deciros… muchas gracias por habernos salvado y si encontráis a mi marido decidle donde estamos.
- Eso haremos.- respondieron ambos con una leve sonrisa.
Mi madre y yo nos quedamos solos, al principio ella no me dedicaba demasiado tiempo, estaba ocupada preparando su nuevo estilo de vida, y en conseguir alimentos. Vivíamos cerca de un río, pero ni yo ni mi madre sabiamos pescar, ella se dedicaba a recolectar frutas y cazar algún animalillo, como por ejemplo, un conejo, que era nuestra comida habitual. No me lo dijo, pero yo veía que mi madre se estaba, poco a poco, desesperando, todas las noches lloraba por mi padre, muchas veces se maldecía por haberle abandonado en aquella ciudad que estaba siendo pasto de la llamas. Intente no ser una carga para mi madre, así que empecé a lavar mi ropa, a coger mi comida.

El tiempo pasaba, yo estaba creciendo y ansiaba un futuro de gloria como el de mi padre, soñaba con ser un gran mago, pero no podría hacerlo viviendo con mi madre en una cabaña cerca de un río en Dios sabe donde. O al menos, eso pensaba. De aquel pensamiento, a la noche en que murió su madre, apenas trascurrieron unos días, llevaba días mal, no podía levantarse de la que había sido “su cama” desde hace mucho tiempo, tenia fiebre, no quería comer y lo peor de todo, es que no hablaba, hacia meses que no hablaba, yo pasaba con ella todas las noches viendo como avanzaba esa extraña enfermedad por su débil cuerpo. Hasta que una noche, mi madre me asió la mano con fuerza y después de un instante, se desplomo… Aquella misma noche la enterré y pase la noche llorando, en que seria de mi y que fue de mi padre, aquella noche me pregunte tantas cosas que no recuerdo haberlas pensado antes y ahora tampoco las recuerdo todas. Recuerdo que, a la mañana siguiente cogí todo cuanto fuera útil y abandone aquella cabaña.

Una vez en ruta, no sabia hacia donde ir, pensaba “empezaré a andar e iré a donde me lleven los pies”, y así lo hice, anduve durante días, hasta que llegue a un bosque, en el que, quizá por suerte del destino, encontré una cabaña y llamé a la puerta:
- ¿Hola?¿Hay alguien?- grite.
Una voz débil surgió del interior que decía: ¿Qué quieres?
-No lo sé, no se lo que quiero, ¿Podría ayudarme a saberlo delante de un buen plato de sopa? Aquí fuera hacer frió.
Se abrió la puerta chirriando y tras ella vi un viejo que resulto ser un mago que vivía en el exilio, el cual me acogió como si de su hijo me tratase y me ofreció quedarme con el, hasta que “supiera lo que quería” al saber que el era un mago, me volví a interesar tremendamente por la magia. Le pregunte de todo acerca de los magos y la magia. El como viejo sabio y paciente que era me contesto:
-Responderé a todas tus preguntas con el tiempo joven, no tengas prisa, pues la prisa no es más que el camino más rápido hacia el fracaso.
Lo que mi joven mente percibió al escuchar lo pronunciado por el viejo mago, se sorprendió y sintió ganas de saberlo todo, de escuchar todas sus explicaciones e historietas de magos y la magia.
Al día siguiente, le explique al viejo mago mi procedencia y mi historia hasta entonces, y todo lo que me explico fue su nombre: Lockly.
Pase varios años con Lockly y aprendí mucho acerca de la magia, aprendí a conjurar mis primeros hechizos, el también me explico las propiedades de las plantas, pues su profesión era herborista, Lockly recogía plantas del bosque y caminaba durante horas hasta otra cabaña donde vivía un alquimista, que con esas plantas, creaba numerosas pociones que vendía en la ciudad, y Lockly se llevaba una parte del dinero que ganaba el alquimista y así podía comprar comida y todo lo que necesitase. Aunque intento inculcarme su amor hacia las plantas y sus propiedades, me interesaba mucho más la alquimia.
Tras años de estudio con Lockly me convertí en un joven y audaz mago. Con mis pocos hechizos decidí dejar la compañía del que había sido mi familia para ir en busca de aventuras. Visite muchas aldeas, muchas ciudades, pero algo de ellas me impulsaba a marcharme, supongo que será el recuerdo de Lordaeron en llamas.
Me movía con total impunidad entre territorio de la Horda y territorio de la Alianza, era un conflicto que no iba conmigo y yo estaba viviendo mi vida, librando mis batallas. No entendía porque debía involucrarme en la guerra de otros. Por cada bosque que pasaba dejaba allí muchos amigos, personas muy amables me ofrecieron una cama donde pasar muchas frías noches.
Un día caminaba por unos senderos cuando me encontré con una posada donde servían un suculento grano a un precio barato, que compré y ingerí, entonces fui a tumbarme en una de las cómodas camas de la posada, y me dormí.
Me desperté en un sitio totalmente remoto, y esta vez era diferente… estaba muerto.

Desde entonces perdí la confianza en cualquier ser vivo y no tan vivo y decidi que utilizaria mis malas artes para conseguir mis propositos por encima de todo
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